sábado, 2 de marzo de 2013

El aliencillo

Este es el dibujico del papá de la criatura de mi alter ego, el cactus preñao:



Me pregunto si seré capaz de escribir lo que sigue sin caer en ningún topicazo. Mira que sé que es difícil, pero lo voy a intentar. ;-)

Desde que, una buena mañana, me encontré con esto de aquí


el tiempo ha corrido que se las ha pelado, y yo, la mayor parte del mismo me lo he pasado hecha una caca con eso que todos me dicen que «es normal».

—Me mareo, la cabeza me da vueltas.
—Mujer, eso es lo normal.

—Tengo asco, ganas de vomitar.
Comidas frecuentes, en poca cantidad, mejor sólido que líquido.
(Os juro que este mantra me lo repite la ginecóloga cada vez que me ve. Monótono trabajo el suyo de tener que repetir esto mil veces al día).

—Estoy exhausta, resacosa, sin ganas de nada.
—Nada del otro mundo, ¿ya te han dicho que este trimestre es el peor? No te preocupes, es normal.

—Me ha salido un cuerno verde en la frente y lunares multicolores en el culo.
—Nada, nada, eso es normalísimo, le pasó igual a mi madre/tía/amiga. WTF?

Y no os vayáis a creer que es fácil hacerse a la idea de que tu barriga es el huésped de un aliencillo minúsculo (aunque oye, puestos a tener barriga, cosa que yo he tenido siempre —me viene de familia—, pues si vive alguien dentro, casi como que tienes excusa para sacarla en lugar de pensar disimularla metiendo el ombligo p’adentro)… Y más extraño aún resulta sentir ternura por un bichito que empezó por medir 3,3 mm la primera vez que nos lo enseñaron y ya va por los 5,6 cm.

Y ahora que la cosa se hace cada vez más real (al mismo ritmo que mi barriga y otras partes de mi cuerpo crecen desmesuradamente —ya, ya sé que «es normal», copón—), cada vez me hace más ilu. ¿Que por qué? Pues mira, porque cuando salga de ahí (y no vamos a hablar de eso-en-lo-que-tú-y-yo-sabemos-que-desemboca-un-embarazo, llámalo lo-que-tú-ya-sabes, Voldemort o como te dé la gana, pero no me lo mientes), aprovecharé para leerle muchos cuentos mientras pueda. ¿Que os parece una razón insustancial? Pues otros tienen razones mucho peores (como si, en los tiempos que corren, fuera buena idea en cualquier caso perpetuar una especie tan malucha como la nuestra).

Lo malo es que, claro, de golpe y porrazo estás atrapada entre dos posturas que se odian a muerte (y, en el caso de uno de los bandos, casi que con razón). Por un lado, te encuentras con los anti-niños/embarazos y cualquier cosa que se le parezca, que suelen ser gente muy quemada con los del otro lado: peña que tiene que soportar que la tía Felisa y demás familiares les pregunten ese rancio-repugnante: «¿Y tú para cuándo?» («Para cuando me salga de mis reales partes pudendas, si es que me sale» hay que decirlo más). Vamos, yo lo entiendo, pero tampoco es que yo tenga la culpa de que el resto de la sociedad o tu reloj biológico o ambas cosas a la vez traten de presionarte hasta lo absurdo. Y, además, ponerse radical no hace sino empeorar la cosa, porque parece que las tías sigamos sin poder hacer lo que nos salga de las narices, oiga.

Y claro, por otro lado, está el bando de la ñoñería, la idiotez y el magufismo, todos ellos elevados a la enésima potencia: hasta las funciones corporales más escatológicas se convierten en tema de conversación cursi e idiota (todo el mundo lo sabe, pero nadie lo dice: Las embarazadas son petulantes, engreídas, pagadas de sí mismas o como queráis traducir ese gran concepto de cuatro letras que es «smug»):



De repente, la sociedad te trata como si, por una vez en tu vida, estuvieras haciendo lo correcto: algo maravilloso, especial, casi una obra de arte. En fin, yo no es por desanimar a nadie, pero esto casi es como sacarse el carné de conducir: todo el mundo podría hacerlo si quisiera, y sí: hay gente que no quiere.

Tyto Alba para El Estafador n.º 55 Ser padres

Hay que hacer un gran esfuerzo (yo al menos) por passssar olímpicamente de todas estas mierdas y no tirarte el día entero enumerando las dolencias que te aquejan (que es lo que llevo haciendo yo desde hace tres meses :-P)… Por suerte, tengo una buena guía: este libro de Kaz Cooke está genial para novatos (es algo así como embarazo y Voldemort para dummies: The rough guide to Pregnancy and Birth. The soundest, sanest, wittiest advice you’ll ever get).


En fin, habrá que hacer un esfuerzo por tener vida después de la preñez, pero vamos, yo lo único que sé es que me voy a hinchar a leerle cuentos a este pequeño aliencete de aquí:


Por cierto, ¿tenéis curiosidad por cómo se va a llamar? El papá mierdecilla os lo explica aquí.